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La desinformación es la difusión intencionada de información falsa o engañosa para influir en la opinión pública o causar daño.
Vivimos en un mundo hiperconectado donde la información circula constantemente y a gran velocidad. Sin embargo, este acceso inmediato al conocimiento también ha traído consigo un fenómeno preocupante: la desinformación. Cada vez con mayor frecuencia, los usuarios se enfrentan a contenidos que, bajo la apariencia de ser veraces, están diseñados para engañar, manipular o generar confusión. La desinformación no solo afecta la calidad del debate público, sino que también pone en riesgo la salud, la seguridad, la democracia y la cohesión social.
Definición de desinformación
La desinformación puede definirse como la creación, difusión o promoción intencionada de información falsa, inexacta o engañosa con el objetivo de influir en la opinión pública, obtener beneficios políticos o económicos, o desestabilizar a individuos, instituciones o sociedades enteras.
A diferencia de la información errónea (misinformation), que se comparte sin intención de causar daño (por ejemplo, al reenviar sin querer una noticia falsa), la desinformación implica siempre una intencionalidad maliciosa. Es un acto deliberado de manipulación.
Tipos de desinformación
La desinformación puede adoptar diferentes formas. Algunas de las más comunes son:
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Noticias falsas (fake news): contenido que simula ser periodístico, pero es completamente inventado o distorsionado.
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Contenido manipulado: imágenes, vídeos o audios editados para alterar su significado original.
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Contexto falso: información veraz que se presenta fuera de contexto para inducir a error.
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Citas inventadas o tergiversadas: frases atribuidas falsamente a figuras públicas.
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Memes y sátiras malinterpretadas: contenido humorístico que se viraliza sin contexto, haciéndolo pasar por real.
Causas de la proliferación de la desinformación
La expansión de la desinformación no es un fenómeno aislado, sino el resultado de múltiples factores interrelacionados:
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Redes sociales y algoritmos virales: las plataformas priorizan el contenido que genera interacción, sin verificar su veracidad.
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Falta de educación mediática: muchos usuarios no poseen herramientas para identificar fuentes fiables o contrastar la información.
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Polarización política y social: los discursos extremos alimentan narrativas falsas que refuerzan prejuicios.
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Intereses económicos y geopolíticos: la desinformación se utiliza como arma estratégica en conflictos políticos o comerciales.
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Analfabetismo digital: el desconocimiento sobre cómo funcionan las tecnologías digitales favorece la manipulación.
Consecuencias de la desinformación
La desinformación tiene impactos profundos en diversos ámbitos de la vida social, económica y política:
1. En la salud pública:
Durante la pandemia de COVID-19 se difundieron innumerables bulos sobre vacunas, tratamientos caseros, supuestas curas milagrosas y teorías conspirativas. Estas falsedades pusieron en riesgo la salud de millones de personas y complicaron la gestión sanitaria global.
2. En la política y la democracia:
Las campañas de desinformación pueden influir en procesos electorales, erosionar la confianza en las instituciones y fomentar el extremismo. Las llamadas “fake news” han sido protagonistas en elecciones, referéndums y conflictos geopolíticos recientes.
3. En la justicia y la reputación:
Los juicios mediáticos basados en información manipulada pueden dañar irreversiblemente la imagen de personas inocentes, generar linchamientos digitales y afectar la imparcialidad de procesos judiciales.
4. En la convivencia y la cohesión social:
La desinformación alimenta el odio, la xenofobia, la discriminación y la violencia. Promueve narrativas polarizadas que fragmentan el tejido social y dificultan el diálogo.
¿Cómo identificar la desinformación?
Combatir la desinformación comienza con saber detectarla. Algunas recomendaciones clave para identificar contenidos potencialmente falsos o manipulados son:
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Revisar la fuente: ¿Es un medio confiable? ¿Tiene trayectoria verificable?
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Buscar la noticia en otros medios: Si solo un sitio publica cierta información, es una señal de alerta.
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Analizar el lenguaje: El tono emocional, alarmista o sensacionalista es común en contenidos falsos.
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Verificar fechas y contexto: Muchas noticias falsas reciclan sucesos antiguos o los presentan fuera de lugar.
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Consultar plataformas de fact-checking: Sitios como Maldita.es, Newtral, Chequeado o AFP Factual ayudan a verificar información.
Estrategias para combatirla
Luchar contra la desinformación requiere una respuesta coordinada entre ciudadanos, gobiernos, plataformas tecnológicas, medios de comunicación y el sistema educativo. Algunas estrategias esenciales incluyen:
Educación en alfabetización mediática y digital:
Desde edades tempranas, es fundamental enseñar a evaluar críticamente la información que consumimos, interpretar los medios de comunicación y comprender cómo funcionan los algoritmos.
Legislación y regulación:
Los marcos legales deben adaptarse para penalizar la difusión de contenidos falsos cuando supongan un riesgo real para la sociedad, sin menoscabar la libertad de expresión.
Transparencia en redes sociales:
Las plataformas digitales deben asumir mayor responsabilidad en la moderación de contenidos, la transparencia en sus algoritmos y la lucha activa contra campañas organizadas de desinformación.
Fomento del periodismo de calidad:
Una prensa libre, profesional e independiente es el principal antídoto contra la desinformación. Es clave apoyar medios que verifiquen los hechos, contrasten fuentes y fomenten el pensamiento crítico.
Promoción de herramientas tecnológicas de verificación:
La inteligencia artificial puede ayudar a detectar patrones de desinformación, rastrear contenidos falsos y alertar a los usuarios antes de compartir información dudosa.
¿Qué diferencia hay entre desinformación, información errónea y malinformación?
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Desinformación: información falsa creada y difundida con intención de causar daño.
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Información errónea: contenido incorrecto difundido sin intención maliciosa.
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Malinformación: información verdadera usada de forma dañina, por ejemplo, al divulgar datos personales o fuera de contexto.
Profundiza en el fenómeno
Beatriz Gallardo Paúls, catedrática de Lingüística de la Universitat de València, ofrece un análisis exhaustivo del fenómeno de la desinformación en la sociedad contemporánea en su obra de la colección Ágora, editada por Tirant lo Blanch. A partir de una definición que destaca su carácter intencional y manipulador, explora sus raíces históricas y su evolución hasta convertirse en uno de los principales riesgos globales en la era digital. El libro presenta las principales técnicas y estrategias discursivas de la desinformación, desde los clásicos mecanismos de la propaganda hasta las más sofisticadas manipulaciones digitales actuales, como los contenidos ultrafalsos. Además, examina los diversos ámbitos en los que se propaga, incluyendo la política y las ciencias experimentales, así como las humanas y sociales. Finalmente, se evalúan los esfuerzos institucionales por frenar este fenómeno, destacando la compleja relación entre desinformación, libertad de expresión y responsabilidad cívica en el ecosistema mediático actual.
Este libro es una lectura esencial para investigadores, periodistas, estudiantes y cualquier persona interesada en comprender las dinámicas de la desinformación y su impacto en la sociedad actual.
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En tiempos de incertidumbre, la verdad y la confianza son los pilares que sostienen a las sociedades. Cuidarlas es tarea de todos.