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Deseo información sobre el término «enfoque adulto céntrico» y cómo podría fundamentarse en la ley u otros instrumentos jurídicos. Esto en temas de índole familiar.
Respuesta
Frases como: “usted no me contradiga, aquí el adulto yo soy” o «este niño es mío y si quiero me lo como» forman parte de una perspectiva adulto céntrica que consiste en que las personas adultas consideran que son superiores a niñas, niños y adolescentes en los espacios en los que conviven e interactúan cotidianamente como la casa, la escuela y la comunidad.
Son prácticas comunes que las personas adultas:
• Olvidan que niñas, niños y adolescentes tienen los mismos derechos.
• Minimizan sus ideas y propuestas.
• Descalifican sus necesidades y sentimientos.
• No les escuchan, ni les permiten expresarse.
• Normalizan las violencias o considerar que son parte de su educación.
• Consideran que sus derechos están condicionados a cumplir con una obligación.
Las consecuencias negativas de estas prácticas afectan los derechos humanos básicos de niñas, niños y adolescentes al discriminar, subordinar y relegar sus ideas, propuestas y sentimientos sólo por el hecho de tener una edad menor, lo que a largo plazo generará relaciones asimétricas, además de reproducir y perpetuar el autoritarismo.
En este orden de ideas, es importante identificar al adultocentrismo como parte de un sistema más amplio de dominación en nuestra sociedad que junto al androcentrismo (la consideración de que el hombre es el centro del universo), han obstaculizado el desarrollo y acceso igualitario de oportunidades y que afecta principalmente a niñas, niños, adolescentes y mujeres.
Superar el adultocentrismo y privilegiar los derechos de niñas, niños y adolescentes en la vida cotidiana es parte fundamental de su desarrollo, además les permitirá aprender a ejercer sus derechos en forma responsable, así como a respetar los derechos de las demás personas en la construcción del propio proyecto de vida.
Para ello recomendamos:
• Identificar que su participación es una oportunidad de diálogo, que abona en la resolución de conflictos de forma pacífica y evita llegar a la violencia.
• Tomar en cuenta sus opiniones, sin verlas como una falta de respeto o una amenaza a la autoridad en la casa o la escuela.
• Involucrarles en las decisiones; escuchar y valorar sus aportes frente a un tema o problema, tanto en la casa como en la comunidad.
• Explorar nuevas soluciones para enfrentar los desafíos de la vida en familia, en las escuelas y la comunidad.
Es importante recordar que, si bien las personas adultas tenemos más experiencia que niñas, niños y adolescentes, es dicha experiencia la que nos debe ayudar a guiar, proteger y tomar acuerdos en común a través del diálogo y el respeto hacia su propia visión.
Es en la niñez y la adolescencia donde las personas adultas podemos fomentar la construcción de espacios de convivencia humana en la que se pondere la colaboración por encima de la competencia, espacios pacíficos en los que se valoren las opiniones y propuestas desde las diferencias, y donde se construyan vínculos afectivos como base de la convivencia y la transformación de conflictos.
Escucharles es parte de su derecho a la participación.
Fuente: Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF Chile) Superando el adultocentrismo
También encuentra su fundamento en la Ley General de Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes.